In Europe and America there’s a growing feeling of hysteria
(En Europa y (Estados Unidos de) América está creciendo la histeria)
Así comienza una de las canciones que más me gusta de Sting, Russians, escrita para criticar la Guerra Fría y la doctrina de la destrucción mutua asegurada que la extinta Unión Soviética y Estados Unidos enarbolaban en esa época como política exterior. La tensión entre los dos bloques militares —socialista y capitalista— revolvió todo ese sentimiento de odio y miedo que provocó en Occidente el saber que estábamos al borde de la hecatombe nuclear con tan solo apretar «ese botؚón rojo». Aquí les dejo este link por si quieren escucharla y conocerla: https://www.youtube.com/watch?v=wHylQRVN2Qs.
Pues, la estrofa de Sting podría bien aplicarse de nuevo a la aparición de la pandemia de moda: el coronavirus.
Mi comentario surge porque en el trabajo un ciudadano preocupado se quejaba que había llegado a una de esas tiendas gigantes de venta al por mayor y la clientela ya no únicamente la había dejado desprovista de máscaras respiratorias y productos de sanidad y desinfección, sino también de agua. ¡DE AGUA! Me provoca escribirlo en mayúscula porque del mismo tamaño es la ridiculez y el patetismo de la histeria que se desata entre cierta parte de la población de la Unión. Recordemos que el sábado 30 de octubre de 1938, Orson Wells, cuando todavía ni soñaba con crear su obra maestra Citizen Kane (El ciudadano Kane), provocó un destape de histeria entre los oyentes del programa The Mercury Theatre on the Air por CBS, mientras narraba una muy original adaptación de la novela de H. G. Wells, The War of the Worlds (La guerra de los mundos). Y eso que Orson Welles había leído el prólogo de la novela para indicar de qué se trataba el programa.
La situación que aquejó al ciudadano preocupado fue lo que usé como paralelismo para la pregunta del título. En esta ciudad del sur de Florida sabemos que en cuanto se habla de ciclón —o huracán como le llaman en Estados Unidos—, la histeria se desata y provoca las crisis de escasez que siguen al acaparamiento de productos que, normalmente, están en los mercados sin falta, y cuya desaparición momentánea se debe a eso: a la histeria. Esta nación tiene los recursos necesarios para enfrentar los ciclones de manera que cada ciudadano tenga lo necesario para campearlos. Incluida la gasolina, que es otra cosa que la gente se abalanza a acaparar, exprimiendo hasta la última gota de cada servicio de gasolina.
¿Tendrá esto que ver con ciertas costumbres que hemos tenido los que vivimos en este pueblo?
Sin embargo, da qué pensar, pues parece que no somos nosotros los únicos. Como siempre, «a río revuelto, ganancia de pescadores». Me dio la curiosidad de corroborar lo que ya otros estaban diciendo, y era cierto: en Amazon se está vendiendo —ahora mismo— paquetes de 5 máscaras ¡por más de 200 dólares! Recuerden que dije «más»; el precio tope puede llegar a cualquier valor si la histeria de los heraldos del Armagedón sigue alimentando la feroz avaricia de los buitres que se nutren del miedo a las tragedias reales o creadas; para ellos es ganancia por igual.
Creo que tenemos que ser prudentes con el coronavirus, siguiendo las instrucciones que los expertos y las autoridades dan. Como lo hemos sido con el ébola, con la influenza, con el sida. Todos han sido flagelos que nos han azotado, pero ya no estamos tampoco en el medievo cuando la peste bubónica arrasó con casi la mitad de la población europea. Ya sabemos cómo combatirla y evitarla. Y lo mismo con las demás, incluso si la enfermedad todavía no tiene cura sino solamente prevención y medios para detenerla o estabilizarla, como con el sida.
Lo que no entiendo es la histeria del acaparamiento.
Se está haciendo lo necesario para repeler al virus, conquistarlo y neutralizarlo. El riesgo es conocido y estamos sobre aviso. Y ya se sabe lo que se dice de guerra avisada… Lo que debemos conservar, asimismo, es la humanidad. No hay que crear una escasez de artículos de manera artificial, por querer «tenerlo yo de sobra y que se jodan los otros». Este país tiene sobrados recursos para que todos podamos adquirir lo necesario para lo que sea necesario.
Histéricos: ¡dejen la histeria! Estar alerta, sobre aviso, no significa crear otra crisis que engrose la que ya podamos tener, la real. No generen algo ficticio por el simple hecho de ser indolentes.