Después del concierto de Candlestick Park, los Beatles volaron de San Francisco a Los Angeles, llegando a las 12:50 de la mañana. Durante el vuelo, a George Harrison se le oyó exclamar: «Eso es todo, entonces. Ya no soy un Beatle». Tres décadas después, Harrison reflexionaba así: «Realmente no me planifiqué para el futuro. Estaba pensando: “Esto va a ser un alivio, no tener que pasar por esta locura más”».
Ya no soy un Beatle.
Después del espectáculo, los Beatles fueron llevados rápidamente al aeropuerto en un coche blindado.

A propósito de su comentario, Harrison dijo más tarde sobre la decisión de la banda de dejar de hacer giras: «Habíamos pasado por cada disturbio racial, y en cada ciudad a la que fuimos se formaba un tranque vehicular, y había control policial, y la gente amenazaba con hacer esto y aquello…, y teníamos que estar confinados a una pequeña habitación o a un avión o a un coche. Nosotros nos teníamos el uno al otro para diluir el estrés, y el sentido del humor era muy importante… Pero llegó un punto en que ya era suficiente».
Este disgusto de Harrison se haría más fehaciente en los años venideros, y sería otro motivo de separación de la banda que él guardara en su latente deseo de acabar con aquella vida. de Harrison se haría más fehaciente en los años venideros, y sería otro motivo de separación de la banda que él guardara en su latente deseo de acabar con aquella vida.
El deseo por el fin.
En el artículo «La historia inédita del último concierto de los Beatles» de Steve Meacham para el Sydney Morning Herald, el autor presenta esta cuestión: «¿Fue John, Paul o George quien decidió que el último concierto de los Beatles se tocaría hace 50 años en el ahora demolido Candlestick Park de San Francisco? Una cosa es cierta: no fue Ringo Starr».

Para Ringo, John Lennon fue el más insistente. El baterista recuerda: «Hubo una gran charla en Candlestick Park que esto había llegado a su fin. Pero nunca me sentí ciento por ciento seguro hasta que volvimos a Londres. John quería renunciar más que los demás. Dijo que había tenido suficiente».
Para Jordan Runtagh en su artículo Remembering Beatles’ Final Concert, McCartney fue menos drástico en su perspectiva. Mientras hablaba con la reportera de Teen Set, Judy Sims, describió lo que vio como el futuro de la banda. «No somos muy buenos tocando en vivo, en realidad. Somos mejores en un estudio de grabación donde podemos controlar las cosas y trabajar en ello hasta que esté correcto».

«En vivo hay tanto que puede salir mal, y no puedes retroceder y hacerlo bien». Recordemos que el próximo lanzamiento, Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Bandde1967 tardó cinco meses en grabarse. Fue el tiempo más largo empleado en un álbum de estudio, pero lo hicieron bien.
Ella Atcheson contaba en 2016 en su artículo The Beatles never intended to quit touring for Good para NME que el propio Ringo Starr había revelado que los Beatles nunca tuvieron la intención de dejar de hacer giras para siempre después de que la banda lo hizo por última vez en Candlestick Park, en el apogeo de la Beatlemanía.

En una entrevista en torno al nuevo documental de Ron Howard Eight Days A Week: The Touring Years, Starr le dijo a Mojo: «Los Beatles nunca se fueron. Y podrían haber regresado».
Sin embargo, hasta para Paul McCartney fue suficiente, y él lo explicó: «Para (el concierto de Candlestick Park) estábamos totalmente hartos y nos pusieron en la parte trasera de una caja de acero inoxidable —refiriéndose al camión blindado que los transportara—. Ahora esto es como una cosa de ciencia ficción extraña tipo 2001 (Odisea del espacio) o algo así. Era un lugar muy extraño».
«Lo que me recordaba era… ¿Conoces esos zarandeos a los que la policía te somete cuando estás en la parte trasera de una furgoneta, pero sin cinturón? Y después los acusan de matar al tipo atrás. Bueno, así era».
«De repente, estábamos zarandeándonos en la parte trasera de la furgoneta y fue como: “¡Oh, al carajo con esto!”. Los chicos, John y George, habían estado un poco “Oh, bla-bla-bla” sobre las giras y, finalmente, todos nosotros pensamos: “¡Que se joda esto!”. Así que ese fue el momento. Nos volvimos un poco conflictivos, nos cansamos un poco hacia el final».
Otra cosa fue lo tocante a la actitud de la fanaticada. «Al principio, los gritos eran emocionantes. Era como hacer autógrafos, tomarte una foto, hacer todo eso», opinaba McCartney. «Entonces, después de un tiempo, se volvió más y más aburrido. La gritería era tal, como dijo Ringo, que no te oías. Así que, realmente, lo que hacíamos era movernos y sentirte “Whoo-oooh!”, para demostrar que algo estaba pasando, porque de lo contrario éramos solo hombrecillos haciendo cosas que no se podían oír».
La estrategia oculta.

En ese momento, los Beatles no habían anunciado que este iba a ser su último concierto, así que era un secreto muy bien guardado. Sin embargo, de todo lo que se cantó aquella noche solo una canción había sido escrita en 1966, y esa era Paperback Writer de McCartney. El punto sobre el último concierto de los Beatles es que no había nuevas canciones en la lista de reproducción. Sin embargo, a principios de ese mes habían lanzado Revolver, su séptimo álbum, juzgado por muchas revistas de música como el mejor de todos los tiempos.
Imagínense una banda hoy que no aproveche la oportunidad para mostrar nuevas canciones como: Eleanor Rigby; Here, There and Everywhere; Yellow Submarine; Taxman; I’m Only Sleeping; Good Day Sunshine; Got to Get You into My Life; o Tomorrow Never Knows.
Al salir al terreno hacia el escenario, cada uno llevaba una cámara. McCartney le había pedido a Tony Barrow que hiciera una grabación de cinta de audio desde el campo. Esto confirmó sospechas que ya Barrow tenía, y él las expresa así: «Recuerdo a Paul, casualmente, en el último minuto diciendo: “¿Tienes tu grabadora de casetes contigo?” Le dije: “Sí, por supuesto”. Paul entonces dijo: “Grábalo, ¿quieres? Graba el programa”. Eso, ciertamente, nunca había sucedido antes».
Legado.
Barrow continúa recordando: «En el aeropuerto de San Francisco, mientras nuestro avión se preparaba para despegar, la cabeza de Paul se acercó a la parte superior de mi asiento desde la fila de atrás: “¿Conseguiste grabar algo?” Le entregué la grabadora de casetes: “Tengo el lote, excepto que la cinta se agotó en medio de Long Tall Sally”. Me preguntó si la había dejado grabando entre números para obtener todos los anuncios y los comentarios de los chicos ad lib».
«Le dije: “Todo está ahí, desde la retroalimentación de la guitarra antes del primer número”. Paul estaba claramente a punto de tener un recuerdo único de lo que resultaría ser una noche histórica: el espectáculo de despedida de los Fab Four».
Tristemente, Barrow olvidó voltear la cinta después de los primeros 30 minutos, así que no hay una grabación completa de McCartney cantando la canción final de Little Richard Long Tall Sally.
Tony Barrow escribió en su libro John, Paul, George, Ringo & Me: «De vuelta a Londres, mantuve el casete del concierto bajo llave en una gaveta de mi escritorio de la oficina, hice una sola copia para mi colección personal, y le pasé el original a Paul para que lo guardara. Años más tarde, mi grabación de Candlestick Park reapareció en público como un álbum bootleg. Si escuchas una versión bootleg del concierto final que termina durante Long Tall Sally debe haber venido ya sea de la copia de Paul o de la mía, ¡pero nunca identificamos al ladrón de música!»
Gran parte de las imágenes de películas en color existentes del concierto son las capturadas por Barry Hood. Una cantidad relativamente pequeña de imágenes en blanco y negro fue filmada por noticieros de televisión locales en el área de la bahía de San Francisco y Sacramento. Hood lanzó parte de su película en un documental de edición limitada titulado The Beatles Live In San Francisco, pero la mayoría de las imágenes más raras de Hood permanecen en una bóveda, sin ser vistos por el público desde 2017.
Como escribió Jordan Runtagh: «La canción al fin terminó y quedaron libres. Se acabó. Pero el final de su carrera de giras no ofreció el éxtasis desenfrenado que habían anticipado. De hecho, fue innegablemente triste. Tocar música para la gente era algo que a los Beatles les encantaba. Era lo que los había unido por todos aquellos años. Mucho antes de que se hicieran pioneros del estudio, la actuación se convirtió en la mayor alegría de la banda. Y ahora se había ido, arrancado de ellos por su fama».