25 de agosto de 1985: a 36 años de su muerte, mi homenaje a la memoria de Samantha Smith (IV).

«Algunas personas tienen la impresión equivocada sobre los soviéticos. Ellos quieren la paz como yo».

De regreso a casa.

La vuelta de los Smith a los E.E.U.U. fue el 22 de julio de 1983. En el camino hicieron paradas en Terranova, Montreal, y Boston, en cada una de las cuales fueron recibidos por equipos de cámaras y periodistas.

En Boston, dijo que lo primero que tenía planeado era llamar por teléfono a su mejor amiga al llegar a casa y luego «mostrarles a mis amigos todos mis regalos; tengo cientos de ellos».

Arriba, algunos de los regalos recibidos por Samantha: las zapatillas firmadas por la ballerina Alla Sizova de Leningrado (izquierda); un traje tradicional ruso de sarafán de seda y un kokoshnik (derecha).

En una escala en Montreal, dijo estar convencida de que el pueblo soviético «no quiere dañar al mundo, al igual que nosotros». Cuando se le preguntó si le gustaría vivir en Rusia, elogió a sus anfitriones, pero declaró que «preferiría vivir en mi propio país».

De vuelta en Maine, recibió una bienvenida de heroína con alfombra roja, rosas y un viaje en limusina a su casa. Al día siguiente, participó en un desfile local, donde se le entregó una llave simbólica de la ciudad, y el gobernador de Maine, Joseph Brennan, pronunció un discurso.

«Estoy feliz de llegar a casa, a las cosas normales», confesó Samantha mientras le entregaban un ramo de rosas especiales y una docena de globos que decía: «Bienvenida a casa, Samantha».

Unas 350 personas la recibieron en el Aeropuerto Estatal de Augusta. La vitorearon cuando ella se bajó del avión, y la niña se veía cansada y un poco confundida con la apabullante multitud.

La prensa local se hizo eco de la llegada de Samantha con este artículo.

Después de un rápido saludo de los funcionarios de la ciudad natal, Samantha y sus padres fueron puestos en un Rolls-Royce y conducidos a su casa en Manchester para una fiesta privada. A lo largo de la ruta vio muchas pancartas de bienvenida.

Samantha se encontró con una sala llena de cartas de personas que leyeron sobre su viaje. La mayoría de ellas la elogiaban por haberlo hecho, según su abuela, Theresa Smith. Pero unos pocos fueron críticos y la llamaron peón propagandístico del gobierno soviético.

«Creo que hay quien se queja hasta de recibir un buen pedazo de pastel», declaró la señora Smith. «Es su prerrogativa si tienen cosas malas en su historia que no les permiten aceptar un esfuerzo por hacer amigos. El noventa y nueve por ciento de las cartas la instaron a irse».

Su padre, Arthur Smith, dijo sobre la visita, en la que los rusos la trataron como una celebridad: «De vez en cuando se veía cansada, pero ella es bastante corajuda y se recuperaba enseguida».

Cuando se le preguntó si volvería a hacer el viaje, Samantha asintió ligeramente con la cabeza y dijo «sí» en voz baja.

La fama más allá de la visita.

Antes de su viaje a la Unión Soviética, los medios en los Estados Unidos enseguida se desbordaron con la noticia de la carta de respuesta de Andrópov a Samantha publicada en el periódico Pravda. Uno de los más famosos presentadores de noticias en ese momento, Ted Koppel, le hizo esta pequeña entrevista a la niña en el programa Nightlinede la ABC el 25 de abril de 1983, al decir de Koppel: «el día que Samantha recibiera la carta de Andrópov»:

La explicación de esta entrevista la puedes encontrar en el punto 5 de este enlace: https://wordpress.com/post/elabrevaderojm.com/3854

Cuando regresó de la Unión Soviética, la fama de Samantha no hizo más que crecer: Samantha se convirtió rápidamente en una celebridad infantil en los Estados Unidos.

Se le otorgaron apariciones en televisión en las tres principales cadenas. Samantha estuvo en el Tonight Show con Johnny Carson el 28 de julio de 1983,

y en The Today Show and The Phil Donahue Show al año siguiente del viaje.

ALTAMENTE RECOMENDABLE leer la historia que cuenta Ariela Julie Gross en la entrevista con Phil Donahue, estando Samantha como invitada también. Es la otra cara de la moneda, de lo que el gobierno no habló. Lo pueden hacer en el punto 7 de este enlace: https://wordpress.com/post/elabrevaderojm.com/3854.

A Samantha le llegaron cartas de todo el país. Alrededor de seis mil llegaron en los dos años siguientes a su viaje, de niños de todo el mundo y niños soviéticos en particular. Muchas cartas también fueron de maestros estadounidenses que le pidieron que compartiera su experiencia en sus clases.

Cartas de personas inspiradas en la misión de buena voluntad de Samantha Smith también comenzaron a llegar a la Casa Blanca. Por ejemplo, Nancy L. Johnson, una congresista republicana, envió una carta de uno de sus electores durante el viaje de Samantha, preguntando si el presidente Reagan invitaría a una chica rusa a los Estados Unidos.

El autor de la carta concluía: «Samantha podría ser el comienzo de algo tremendo. Qué trágico si perdiéramos el hilo de lo que podría convertirse en un puente».

En la televisión del estado de Maine salieron al aire reportajes más extensos sobre la visita de Samantha a la Unión Soviética, tales como: To Russia With Love un especial de 60 minutos producido por Barbara Quill de la WGAN/CBS de Portland, Maine, que se transmitió el 27 de julio de 1983,

y Samantha and the Soviets, otro especial de 60 minutos producido por John Dougherty de la WCSH/NBC de Portland, Maine, transmitido el 25 de julio de 1983.

Su popularidad en la Unión Soviética se mantuvo también. Recibió una carta de Valentina Tereshkóva, la primera mujer cosmonauta, con quien se reunió en Moscú. Tereshkóva le escribió:

«El pueblo soviético continúa luchando por la paz. Hoy, cuando la amenaza de una catástrofe nuclear ha aumentado aún más, se requieren los esfuerzos de todas las personas de buena voluntad para defender la vida en la tierra». Asimismo, reiteró la afirmación de Andrópov de que el pueblo y el gobierno soviéticos querían la paz.

En diciembre de 1983, la «embajadora más joven de Estados Unidos» fue invitada a Japón con su madre en una gira de diez días, donde se reunió con el primer ministro Yasuhiro Nakasone, asistió al Simposio Internacional de Niños para el Siglo 21 en Kobe y apareció en televisión.

El «Ángel de la Paz», como la llamó la prensa japonesa, promovió el fomento de amistades internacionales a través de la línea divisoria mediante un «intercambio internacional de nietas».

En su discurso en el simposio, sugirió que los líderes soviéticos y estadounidenses intercambiaran nietas durante dos semanas cada año, argumentando que un presidente «no querría enviar una bomba a un país que su nieta estuviese visitando».

El texto de este discurso lo puedes leer en el punto 6 de este enlace: https://wordpress.com/post/elabrevaderojm.com/3854. Recomendable por lo interesante y fresco.

Mientras que esta propuesta bastante poco realista reveló su corta edad y encontró poca atención, Samantha permaneció en los ojos de los medios de comunicación.

En 1984 se convirtió en una activista política cuando Disney Channel la contrató como «corresponsal especial», para un programa titulado Samantha Smith Goes to Washington – Campaign ‘84 («Samantha se va a Washington – campaña del ’84») a fin de cubrir la próxima campaña electoral.

Al respecto, Samantha y su padre estuvieron en Nueva York en el programa Good Morning, America de ABC. En la entrevista, Samantha informó que quería discutir con los candidatos temas como los derechos de los niños, los derechos de las mujeres, el abuso infantil, la Enmienda de Igualdad de Derechos, la seguridad social y Medicaid. Y, en especial, si estaban de acuerdo con su opinión de que la edad para permitirles a los jóvenes beber debería elevarse a 21 años.

Seis candidatos a las primarias presidenciales del Partido Demócrata ya habían aceptado la invitación de Disney para ser entrevistados por Samantha, ya fuese en Washington o en New Hampshire durante la campaña primaria: George McGovern, Jesse Jackson, Ernest Hollings, Reubin Askew, Gary Hart, y Alan Cranston. Walter Mondale y John Glenn se habían negado, pero Samantha no se amilanó por eso y dijo: «Voy a tratar de que cambien de opinión».

Arriba, de izquierda a derecha, los 4 primeros nombres en la lista. Debajo, el resto en igual orden.

Samantha reveló una de las preguntas que pretendía hacerle a cada candidato: «Si los extraterrestres bajaran a la Tierra y nos dijeran que nos iban a destruir sin importar lo que hiciéramos, probablemente todos nos reuniríamos como naciones para defendernos. ¿Por qué no podemos unirnos ahora y defendernos de una guerra nuclear?». Al preguntársele si creía que alguno de los candidatos tendría una respuesta, Samantha contestó con una sonrisa que «No. Pero podría darles algo en qué pensar».

Ese mismo año, fue estrella invitada en Charles in Charge en el papel de Kim, junto a otra estrella invitada famosa, Julianne McNamara. Aunque el papel fue pequeño, esto le valió obtener un papel importante en una serie de televisión de ABC.

Esa serie se tituló Lime Street.

Eso ocurriría en febrero de 1985, cuando Samantha viajó a Hollywood para actuar como coprotagonista en el papel de la hija mayor de Robert Wagner, quien era la estrella. Al parecer Samantha comenzó a perseguir otros horizontes no relacionados con la política y la prensa siguió con entusiasmo su viaje «de Rusia a Hollywood».


Robert Wagner, la estrella de la serie, interpreta a James Greyson Culver, un granjero de Ganado equino de Virginia, quien también investiga casos de fraude a los seguros para una compañía británica de ese tipo. Samantha Smith interpreta a Elizabeth, la hija mayor de Greyson, y Maia Brewton es la pequeña Margaret Ann, hermana de Elizabeth.

También en 1985 Samantha publicó su libro «Viaje a la Unión Soviética» en el que recordaba aquellos eventos. El libro, que escribió con su padre, es todo joven, todo idealista, todo genuino, como un cuento de Tom Sawyer. Ella describe cuando probó por primera vez «pollo Kíev» y cómo se le mostró la manera de cortarlo para que la mantequilla derretida dentro «no te arrojara chorros en el ojo. Después de eso, lo pedí siempre que estuviese en el menú».

Regresando al rechazo provocado en la derecha estadounidense la publicación de las fotos de Samantha en el uniforme de pionero de Artek, la niña simplemente escribió que su líder pionera, Olga Volkova, y las chicas soviéticas la vistieron con un uniforme de Pionero de Artek la primera mañana, pero solo usó una bufanda de visitante porque no era un miembro regular.

Olga Volkova, sin embargo, enfatizó en una entrevista que fue Samantha quien pidió el uniforme completo y la bufanda, pero le dijeron que no podía tener esta última. De hecho, Olga destacó que tuvo que pasar por todo tipo de problemas para conseguir un uniforme para ella.

Una tercera versión que apareció en los medios estadounidenses en un artículo publicado tras la muerte de Samantha decía que fue Jane Smith quien aconsejó a su hija que se negara a llevar la bufanda, algo que su madre llamó «un símbolo de devoción al Partido Comunista».

Su viaje inspiró otros intercambios de niños embajadores de buena voluntad, como la visita de la niña soviética de once años Katya Lychiova a los Estados Unidos en 1986, quien llegó a encontrarse con Reagan.

En 1987, un grupo de adolescentes soviéticos hizo un viaje de buena voluntad a Estados Unidos para promover la paz mundial en el espíritu de Samantha. «Los niños son los mejores embajadores de la paz», dijo la líder del grupo Zinaida Dragunkina, una de las cuatro acompañantes soviéticas de la visita patrocinada por la Fundación Samantha Smith, una organización sin fines de lucro.

Tatyana Nikitina, de 16 años, quien conoció a Samantha en el Artek, recordó que «cantábamos y bailábamos muchas juntas», y que Samantha fue memorable por «su apertura, su franqueza y su naturalidad. Lo más importante es que Samantha les dio a los niños del mundo la esperanza de que todos podamos reunirnos y comunicarnos. Esperamos que nuestra visita también contribuya a la causa de la paz y el entendimiento mutuo».

La fama de Samantha resultó en que se convirtiera en blanco del acosador Robert John Bardo, el hombre que más tarde pasaría a acechar y finalmente asesinar a la actriz de My Sister Sam,Rebecca Schaeffer. Bardo viajó a Maine en un intento de encontrarse con Samantha, pero fue detenido por la policía y regresó a casa.

Los que no se montaron en el Tren de la Paz.

Peace Train («El tren de la paz») es una canción deCat Stevens de 1971, que aparece en su álbum Teaser and the Firecat, la cual ascendió al puesto No. 7 en la lista de Billboard Hot 100 durante la semana del 6 de noviembre del mismo año.

El viaje de Samantha causó mucha controversia política en su tierra natal y no fue bien recibido por los defensores de la «paz a través de la fuerza» que habían entrado en la Casa Blanca en enero de 1981. Los padres de Samantha, así como las autoridades soviéticas, tenían un interés compartido en evitar alimentar una narrativa antisoviética que sugería que la joven estaba siendo explotada con fines políticos.

La Casa Blanca rechazó la idea de Nancy L. Johnson, enfatizando la naturaleza propagandística del viaje de los Smith. «Antes de que se pueda considerar iniciar intercambios de pueblo a pueblo muy publicitados con los soviéticos, debemos tener pruebas de que la Unión Soviética está intentando cumplir sus promesas de Helsinki, tal y como se aplican a todos los ciudadanos soviéticos, y no solo a los casos excepcionales por los que obtienen beneficios propagandísticos».

En noviembre de 1983, el propio Ronald Reagan expresó esta opinión en una respuesta a una carta que había planteado la historia excepcional de Samantha Smith:

«Creo que la mayoría de la gente lo vio simplemente como una estratagema propagandística. Por supuesto, no cabe duda de que las personas que están detrás de “la cortina de hierro” quieren la paz. Y nadie quiere una guerra nuclear. Pero la gente de esos países no tiene voz ni voto en lo que hace el gobierno. La Unión Soviética es un imperio hostil y depredador. Sigue tratando de expandirse mediante el uso directo de sus propias tropas como en Afganistán, o indirectamente a través de marionetas como Fidel Castro».

La Casa Blanca hizo todo lo posible para evitar comentar en público sobre el viaje de Samantha mientras desafiaban con la fuerte retórica del «imperio del mal». La destrucción del avión de pasajeros coreano KAL007 por los soviéticos el 1 de septiembre de 1983, matando a 269 personas, había aumentado las tensiones entre las superpotencias pocas semanas después del regreso de Samantha.

El incidente reafirmó la dura postura de Reagan contra la Unión Soviética. De hecho, muchos periodistas se acercaron a los Smith preguntando por la reacción de Samantha a la masacre, a lo que su padre declaró: «Todos estábamos muy molestos, y no entendíamos cómo podía suceder eso (preguntar por la reacción). Mucha gente no se da cuenta de que una niña de 11 años no se sienta a hablar de política».

El artículo Children Diplomacy During the Late Cold War: Samantha Smith’s Visit of the ‘Evil Empire’ («La diplomacia infantil durante la etapa final de la Guerra Fría: La visita de Samantha Smith al “imperio del mal:») de Matthias Neumann, publicado el 21 de marzo de 2019, basado en un amplio estudio de este suceso y del cual estos escritos míos se nutrieron bastante, demostró que el viaje de Samantha Smith fue un momento crucial en un proceso más amplio porque proporcionó un desafío público al fuerte discurso político de la administración Reagan, que promovió el conflicto.

No fue sorprendente, por tanto, que la continua cobertura mediática de su participación en asuntos políticos también recibiera comentarios críticos. En un artículo titulado Out of the Mouths of Babes: The Making of Samantha Smith («Salido de las bocas de niños: La creación de Samantha Smith»), Susan Stobaugh atacó la cobertura de su viaje a la Unión Soviética y el posterior ascenso a la fama: «¿La historia de Smith es una parábola de la vida estadounidense moderna? ¿Cuál es su gran talento, después de todo, engrandecer la publicidad?»

Haciendo referencia a la noción de Andy Warhol de los «quince minutos de fama» de todos, la autora declaró:

(Andy en la foto)

«Esta niña es atractiva, y tal vez incluso inteligente. Pero ella sigue siendo una niña. Hay algo mal con los adultos que piensan que cualquier niño tiene una contribución que hacer a cuestiones complejas de relaciones exteriores. Y también hay algo malo en la explotación mutua que ha estado sucediendo».

Mientras que tales críticas duras de los medios eran relativamente infrecuentes, el artículo de Stobaugh destacó el cambio de la imagen de Samantha en el público estadounidense. Su carta a Andrópov y su viaje a la Unión Soviética en el verano de 1983 siguió siendo un punto de referencia en toda la cobertura de los medios, pero Samantha estaba siendo vista cada vez más como una celebridad de la televisión infantil estadounidense. 

La escritora, profesora e historiadora Lena Nelson, quien en 2018 trabajaba en un libro sobre Samantha, creció en la Unión Soviética y recuerda vívidamente a la joven que visitó su país. Nelson escribió: «Para mi generación de niños soviéticos que crecían a principios de la década de 1980, la palabra “estadounidense” significaba solo una cosa: un enemigo, similar al de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Ver a Samantha y sus padres en mi televisor ese verano y darme cuenta de que se veían y actuaban “como nosotros” fue una experiencia reveladora. Era difícil pensar en los estadounidenses como enemigos».

Pero con la intensa cobertura llegaron preguntas sobre si Samantha había sido utilizada como peón por ambos gobiernos para distraer de los problemas reales. Los reporteros de United Press International señalaron que los Smith habían llevado consigo en su viaje cientos de cartas de emigrantes rusos que vivían en los Estados Unidos con la esperanza de adquirir visas de salida para sus familiares, pero no se entregó ninguna.

Una carta a Andrópov de una niña soviética llamada Irina Tarnopolsky llegó a la prensa estadounidense, describiendo cómo la familia judía de la niña esperaba emigrar a Israel, pero su padre había sido arrestado por agitación antisoviética. A diferencia de Samantha, Irina nunca recibió una respuesta y su padre fue enviado a un campo de trabajo siberiano. Más tarde, sin embargo, se descubrió que Irina firmó la carta, pero no la escribió y, finalmente, la familia Tarnopolsky pudo salir de la URSS.

Nelson argumenta que al hablar por sí misma como una chica estadounidense regular, Samantha tuvo un impacto que reemplazó la desconfianza general de las intenciones de los gobiernos. «Si bien es posible que el objetivo de los soviéticos fuera usarla para proyectar una imagen de una nación amante de la paz, el viaje de Samantha y sus padres también colocó a los estadounidenses en una luz favorable, lo que hizo más difícil para los soviéticos continuar con sus representaciones de los estadounidenses como belicistas malvados», dijo Nelson.

Una reflexión similar la presentó Tinatin Japaridze del Instituto Harriman en la Universidad de Columbia al escribir que, a primera vista, la misión de Samantha, motivada por la buena voluntad juvenil y el idealismo, era parte de la propaganda pro-soviética meticulosamente escrita y llevada a cabo por los funcionarios del Kremlin como una forma de otorgar al país socialista un «rostro humano».

Sin embargo, también había otra cara de la misma moneda: «Samantha Smith» como un proyecto cultural concebido y orquestado con el esfuerzo y la participación del gobierno de los Estados Unidos, específicamente la Casa Blanca y/o el Departamento de Estado como un medio para difundir el poder blando estadounidense en todo el bloque comunista.

¿Fue este proyecto cultural un intento de las partes soviética o estadounidense, o tal vez de ambas partes, de participar en el diálogo político a través de la diplomacia ciudadana? Los documentos primarios de los «Archivos Ronald Reagan» sugieren que la Casa Blanca y el entusiasmo de la administración presidencial frente al proyecto de diplomacia ciudadana de Smith palideció junto al afán de la parte soviética de involucrar a la «Paloma de la Paz» estadounidense en un esfuerzo por construir un puente de comunicación a través de medios diplomáticos.

A través de memorandos y cartas recientemente desclasificados, está claro que la Oficina del presidente de los Estados Unidos y el presidente Reagan temían que los temas en los que los Estados Unidos y la URSS no estaban de acuerdo fueran demasiado complejos para ser objeto de resolución con «algunos golpes diplomáticos audaces».

La falta de suficientes documentos primarios que verifiquen si el proyecto «Samantha Smith» fue concebido por cualquiera de los dos estados rivales puede explicarse por dos posibles teorías.

Por un lado, parece que el proyecto fue mutuamente beneficioso para ambos países que estaban a punto de participar en una guerra nuclear sin precedentes. Por lo tanto, para evitar la confrontación directa sin compromiso político, recurrieron a la Diplomacia de la Vía II, es decir, la práctica de «contactos y actividades no gubernamentales, informales y no oficiales entre ciudadanos privados o grupos de individuos, a veces llamados “actores no estatales”».

Por otro lado, el hecho mismo de que las circunstancias que rodearon el proyecto «Samantha Smith» y su fallecimiento sigan siendo ambiguas en el mejor de los casos puede explicar por qué, hasta el día de hoy, muy pocos de los documentos primarios han sido completamente desclasificados en ambos lados. Este factor puede, a su vez, reforzar la teoría de que la misión de Samantha Smith fue por igual beneficiosa para los líderes estadounidenses y soviéticos, y demostrar que su muerte prematura sirvió como un impedimento temporal para un mayor desarrollo de las relaciones diplomáticas ciudadanas.

El primero también puede arrojar luz sobre la repentina decisión de designar a otra embajadora juvenil, Katya Lycheva, para reemplazar a Samantha Smith, manteniendo así un puente de comunicación entre los dos adversarios.

De cualquier manera, en los meses posteriores a la gira de Samantha las relaciones soviéticas y estadounidenses continuaron deteriorándose. El mundo estuvo a punto de caer en una guerra nuclear durante un ejercicio de entrenamiento en noviembre por parte de la OTAN y las fuerzas estadounidenses llamado Able Archer.

Marc Ambinder, profesor de periodismo en la Universidad del Sur de California y autor del libro The Brink: President Reagan and the Nuclear War Scare of 1983 (»Al borde: el presidente Reagan y el miedo de la guerra nuclear de 1983»), dijo: «Los líderes de las superpotencias no se habían reunido en años y el diálogo se había roto en una serie de vías. No creo que (el viaje de Samantha) haya tenido mucho efecto, pero sí refleja la corriente cruzada de los estadounidenses que generalmente son escépticos de una acumulación nuclear».

En muchos aspectos, Samantha había sido reclamada con éxito como la atípica novia estadounidense que jugaba softbol. Regresando de filmar el cuarto episodio de Lime Street, su vida llegó a un trágico final.

Esa historia llegará con la quinta entrega.

Publicado por jmhernandezgonzalez

Cubano por nacimiento y corazón. Amigo de quien se lo merece, porque nada comparable con el amor a la familia como la lealtad a un buen amigo. ¿Escritor? Solamente sé que escribir para mí es más que multiplicarme en la inmensidad del tiempo y el espacio dando campanazos de imaginación.

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