
Mi modesto homenaje a la partida de un GIGANTE.
Ha dejado de existir físicamente un ACTOR, con una carrera prolífica que comenzó en los años cuarenta y terminó en el nuevo siglo, lo cual suma más de sesenta años brindando actuaciones merecedoras de premios junto a actrices y actores renombrados.
Desde que se lanzó al estrellato con Champion —«El ídolo de barro» en el mundo hispano—, por cuya actuación recibió su primera nominación al premio Oscar, su carrera no paró de cosechar éxitos en todos los medios en los que demostró su valía: teatro, radio, televisión y cine.
En su polifacético desempeño en la industria del arte cinematográfico, fundó la Bryna Productions —más tarde renombrada The Bryna Company, una productora de cine y televisión independiente estadounidense— en 1949, con la cual produjo películas como Paths of Glory —«La patrulla infernal» o «Senderos de gloria» en sus versiones castellanas—,
The Vikings —«Los vikingos»—,
Spartacus —«Espartaco»—,
y hasta la bestial One Flew Over the Cuckoo’s Nest—«Alguien voló sobre el nido del cuco» o «Atrapado sin salida» en los países de habla española—.
Con esto le dio oportunidad de demostrarse al entonces muy poco conocido director Stanley Kubrik —quien no merece presentación para quienes amamos el buen cine—, y dio una muestra de solidaridad y entereza no muy abundante en aquellos tiempos al permitirle a James Dalton Trumbo escribir el guion de «Espartaco» y añadir su nombre en los créditos de la película.




No suena a nada extraordinario si no se sabe, empero, que Dalton pertenecía al «Grupo de los Diez» y por eso estaba en la infame «Lista negra de Hollywood».


Izquierda: Kirk Douglas y Stanley Kubrik en la filmación de Paths of Glory. Derecha: Dalton Trumbo.
Afortunadamente para quienes amamos el derroche de talento cuando los gigantes de la actuación se unen en una sola película —sin considerar ciertas, muy ásperas rivalidades a lo tipo Bette Davis y Joan Crawford en What Ever Happened to Baby Jane?; en español, «¿Qué pasó con Baby Jane?»—, o la crítica adversa que le hicieron a Tom Cruise en favor de Brad Pitt por Interview with the Vampire —«Entrevista con el vampiro», y me quito el sombrero con Cruise—, Kirk Douglas actuó en siete de ellas con otra leyenda: Burt Lancaster.



Bette Davis en la extrema izquierda; Joan Crawford en la extrema derecha; en el centro, ambas actrices en una escena de la película.


Tom Cruise y Brad Pitt en una escena de la película. Al lado: un anuncio publicitario de la misma.
Así se les pudo ver desde I Walk Alone,
pasando por aquella Gunfight at the O.K. Corral —la de 1957, que después vinieron varias versiones—,
hasta Tough Guys —«Otra ciudad, otra ley»—.
Y ya que menciono la película del famoso tiroteo que tuvieron el mítico sheriff Wyatt Earp, sus hermanos y el jugador Doc Holliday contra el clan de los Clantons en Tombstone, Arizona, pongo en el sitio de honor de quienes interpretaron al dentista, junto a Kirk Douglas, a Dennis Quaid por su papel en Wyatt Earp de 1994.
(en la foto: Dennis Quaid en el rol de Doc Holliday).

Kirk Douglas actuó en la puesta de Broadway de One Flew Over the Cuckoo’s Nest en el papel protagónico —el de Randle Patrick McMurphy—, el que, probablemente, la mayoría lo recordemos en la imagen de un Jack Nicholson imbatible bajo la dirección de Miloš Forman.


Izquierda: Kirk Douglas en na escena de la puesta teatral de One Flew Over the Cuckoo’s Nest. Derecha: en la premiación de los Óscares de 1976, reciben las estatuillas por la película (de izquierda a derecha): Michael Douglas, Miloš Forman, Louise Fletcher, Jack Nicholson y Saul Zaentz.

A Kirk Douglas lo rechazaron para la película porque tenía más edad que la requerida por el personaje, pero compró la historia y, tras diez años de no conseguir que un estudio la rodara con él, se la cedió a su hijo Michael Douglas para que la produjera, convirtiéndose aquel derroche de talento en celuloide en ganadora de Óscares (un aplauso también para Brad Dourif (en la foto) quien se llevó el premio por mejor actor de reparto. ¡Qué actuación!).
A propósito de Jack Nicholson, la rápida ascensión en la carrera de Kirk Douglas fue comparada con la de ese actor. Al igual que Nicholson, Kirk Douglas ignoraba a los directores intervencionistas, y se preparaba en privado para cada papel al punto de luego robarse las escenas en las narices de sus colegas.
Melville Shavelson (en la foto), productor y director de Cast a Giant Shadow —«La sombra de un gigante»—, dijo que él tendría dificultades con dirigir a Kirk Douglas, porque era inteligente, se imbuía en cada papel —no únicamente en el suyo— para establecer cuán correcto este estaba desarrollado en el guion, y hasta las acotaciones del director. Kirk discutía con el director si se sentía en el derecho de hacerlo.

Kirk Douglas opinaba que las claves del éxito en la actuación eran la determinación y la aplicación. Él decía: «Tienes que saber cómo funcionas y cómo mantenerte, tienes que amar lo que haces. Pero también necesitas mucha buena suerte y yo la he tenido».
¡Vaya con la modestia de un monstruo de la actuación! Pero tal actitud le valió esta calificación del biógrafo John Parker: «Desde su actuación en Champion, Kirk Douglas pasó del estrellato a las grandes ligas, exhibiendo un estilo contrastante con la mayoría de los actores de primera en el Hollywood de aquella época».
Pero si la mayoría reconocemos el valor histriónico de la leyenda hollywoodense, cabe destacar la parte filantrópica en la que este hombre descolló por igual. Kirk Douglas y su esposa donaban dinero a causas sin fines de lucro, y hasta planearon hacerlo con los más de ochenta millones de dólares que constituía su fortuna.
Entre otras causas, ayudó a financiar el musical Amsterdam Oratorio de su bachillerato, donó cinco millones para su alma mater St. Lawrence University, ayudó a reconstruir áreas de juego y recreación en 400 escuelas del sur de California, establecieron el «Centro para mujeres desamparadas» de Los Angeles Mission, donaron casi dos millones y medio para el Children’s Hospital Los Angeles, y otros cincuenta y cinco para Harry’s Haven, una institución para el tratamiento del Alzheimer en Woodland Hills, California.
¡Uff! Eso me recuerda que, si las naciones ricas del planeta destinaran un pequeño porcentaje de su riqueza a los países pobres, millones de seres humanos tendrían calidad de vida —no mejor, sencillamente la tendrían— y, de seguro, todo el mundo se sentiría mejor ser humano, como apuesto que era el sentimiento de Kirk Douglas.
En tu idioma te digo: Kudos, Kirk!
Dije al comienzo que había dejado de existir físicamente un ACTOR, así, con mayúsculas. Su legado de actor excelso y su quehacer de sensible ser humano se queda en cada molécula de celuloide con sus personajes y en los pensamientos de quienes nos jactamos de haber tenido el honor de disfrutar del trabajo de un GIGANTE —no una estrella, que las estrellas se convierten en huecos negros cuando consumen su núcleo—, sino de un ACTOR que, como hombre, fue consecuente con su tiempo y vida.
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