No, mi intención no es hacer crítica de cine porque no soy crítico profesional de nada. Cuando critico algo lo hago desde mi posición de consumidor debido a un mal servicio o producto y, en cuanto al cine, por alguna mala película o actuación que haya visto. Desconozco la calidad de lo que fue a competir al premio Oscar este año, y poco sé de él excepto por alguna pequeña información obtenida de internet, la TV o «radio bemba». Sé que a un grupo de realizadores asiáticos le dieron el premio a la mejor película, que Joaquin Phoenix lo recibió por la mejor actuación masculina en rol principal, y la mejor actriz protagónica fue Renée Zellweger, quien, probablemente, les podría venir con rapidez a la memoria como la dulce y leal secretaria que lo arriesgó todo para seguir a su jefe en desgracia en Jerry Macguire. Me alegro de que Kathy Bates haya estado entre las nominadas; nunca olvido su trabajo en Misery. Y que también —lo cual, lo siento, no veo con los mejores ojos— Brad Pitt se llevó el premio a mejor actor secundario en una lista plagada de monstruos. Bueno…
Precisamente, debido a lo dicho en la última oración del párrafo anterior, no veo el Oscar desde que en el 2001 le dieron la estatuilla de mejor actor principal a Russell Crowe por Gladiator («El gladiador»), negándoselo al insuperable Geoffrey Rush en Quills («Letras prohibidas, la leyenda del Marqués de Sade»). El Consejo Nacional de Críticos en Estados Unidos seleccionó a Quills como su mejor película del año 2000. Y ni hablar de cómo estaba la lista de nominados ese año; algo así a lo mencionado con anterioridad.
No soy detractor de Hollywood para nada. He disfrutado cine y actuaciones de tremenda calidad hechas en ese entorno. Mas, de verdad, en lo que respecta a premiaciones la Academia se las trae.
Una de las cosas por las que este premio da que pensar es por críticas de comercialismo. Muchos estudios, por ejemplo, se gastan una millonada en publicidad que promueve sus películas durante lo que se ha dado en llamar «la temporada de los Óscares», lo cual ha generado acusaciones contra la Academia de estar más movida por la propaganda que por la calidad, algo criticado por William Friedkin en 2009. Tim Dirks, un editor, dijo que «desde 1980, los artífices de éxitos de taquilla con producciones glamorosas a menudo se han convertido en titanes del entretenimiento de masas (y ganadores del premio a Mejor Película), que no necesariamente han sido películas con calidad ni aclamadas por la crítica». En lo reciente, se aduce que, durante la temporada de los Óscares, se está empleando una técnica que denominan whisper campaign (algo así como «la campaña del susurro», un método de persuasión en la que rumores o insinuaciones capciosas contra algo o alguien se echan a rodar de manera que el «chismoso» no quede desenmascarado en su tarea). Se piensa que estas campañas son lanzadas por los realizadores de una película que buscan desacreditar a sus competidores. Como ejemplos se han citado Zero Dark Thirty (por justificar la tortura) y Lincoln (por distorsionar la historia). Hmmm… Si no fuera porque fue hecha sobre una de mis bandas favoritas, yo me hubiese unido a una whisper campaign contra Bohemian Rhapsody por tratar de reinventar la vida de Queen.
Asimismo, se habla de prejuicio en la otorgación de los premios, porque entre los ganadores y nominados se suele encontrar una desmesurada lista de melodramas para toda la familia, comedias románticas, epopeyas históricas de corte romántico y dramas biográficos que son estrenados en los Estado Unidos tres meses antes del término del año. Los Óscares son negativamente famosos por seleccionar temas muy específicos para ser premiados, lo que ha dado a la aparición del término Oscar bait (algo así como «carnada para el Oscar), refiriéndose a estas películas, que son favorecidas por la Academia contra las preferidas por la audiencia, así como los melodramas históricos desplazan a las historias de la vida real.
Pero si una cosa ha dado tela por donde cortar han sido las alegaciones de «carencia de diversidad» en los premios. En términos estadísticos, desde 1929 solamente el 6.4% de los nominados no era caucásico —como se le llama aquí a los de raza blanca o descendientes de europeos—, y desde 1991, el 11.2%. Irónicamente, más actrices blancas ganaban premios por interpretar personajes asiáticos que las propias actrices asiáticas. Debido a las críticas, la Academia se vio forzada a comprometerse a iniciar «cambios históricos» en este sentido.
El detonante de esto fue la edición 88 de los premios de la Academia, cuya ceremonia fue criticada y boicoteada por muchas personalidades, y en la red social pasó a conocerse como #OscarsSoWhite (o mensaje en Twitter sobre «los Óscares son muy de blancos»). Enseguida que las nominaciones fueron presentadas, muchas redes sociales se percataron que todas las nominaciones de actuación y dirección habían sido otorgadas a blancos por segunda temporada consecutiva: no había DIVERSIDAD. La activista y exabogada April Reign —quien se llevó el crédito por el tuit—, dijo: «Es peor que el año pasado. Mejor Documental y Mejor Guión original. Nada más (para artistas de raza negra)». Ella también hizo notar que los guionistas blancos de la película Straight Outta Compton fueron nominados, pero se olvidaron por completo de todo el elenco negro. Ahí fue cuando la actriz Jada Pinkett Smith y el director Spike Lee anunciaron sus planes de boicotear la ceremonia y exhortar a otros a no verla. El actor y modelo Tyrese Gibson y el rapero 50 Cent presionaron a Chris Rock para que renunciara a ser el presentador.
La polémica se encendió. Algunos miembros de la Academia la defendieron diciendo que «las nominaciones estaban basadas en los méritos y las actuaciones, y no en la raza» —con lo que estoy de acuerdo, pero ojo. Una de ellas fue la actriz Penelope Ann Miller, quien dijo «haber votado por actores y actrices negras, y que sentía que aquellos no fuesen escogidos, pero no quería ser etiquetada de racista por cuanto había sucedido». La nominada a mejor protagonista femenina, Charlotte Rampling, se puso «verdecita» cuando a una emisora francesa le dijo que: «hacer un boicot contra los premios había sido un acto racista contra los blancos». Y el ganador por producción, Gerald R. Molen, comentó que «no había racismo sino el creado por quienes hacen un problema de ello».
No obstante, sí hubo quienes reconocieron que la Academia tenía sus problemas en cuanto a la diversidad. Por ejemplo, la merecedora del premio por actriz secundaria, Lupita Nyong’o, escribió que «estaba decepcionada de la falta de inclusión en los premios de la Academia este año (2016, presentando las películas del 2015), y apoyaba a los colegas que pedían un cambio en las historias escritas y el reconocimiento de quienes las escribían». Reese Witherspoon, la ganadora por el mejor rol protagónico dijo que «como miembro de la Academia, le gustaría ver una mayor diversidad en las votaciones». El presidente Barack Obama comentó en una entrevista: «Si todo el mundo cuenta su historia, eso mejora el arte, mejora el entretenimiento. Le hace a todo el mundo sentirse parte de la familia norteamericana».
Y los cambios vinieron, pero no sin añadir otra controversia: la discriminación por edad. Eso se vio expuesto en las palabras de Bill Mumy, actor y guionista premiado: «Reemplazar el sexismo y el racismo por la discriminación por edad, no es la respuesta».
La tapa al pomo sobre la cuestión racial la puso el modulador Chris Rock con una broma de mal gusto al presentar tres niños de origen asiático en el escenario. En respuesta, la congresista Judy Chu expresó su rechazo al decir: «No es correcto que la protesta por la exclusión de un grupo racial se haga a expensas de la ridiculización de otro. Estoy desencantada con la Academia y (la cadena) ABC por permitir caracterizaciones ofensivas, sobre todo con la controversia existente acerca de la inclusión». A la congresista se sumaron las voces de la actriz Constance Wu en Twitter, y veinticinco miembros de la Academia con ascendencia asiática —entre los que estaban actores como Nancy Kwan, Sandra Oh y George Takei, y el director Ang Lee— quienes firmaron una carta de protesta contra Chris Rock.
¡Qué clase de follón!
Todavía la lista de desatinos no termina. Otra crítica proviene de premiar a personas «populares» y no reconocer debidamente actuaciones descollantes, o por ignorar trabajos que demostraron con el tiempo ser más populares y renombrados que los premiados en su momento, y hasta por reconocer «la carrera» de un artista en un único premio que representa toda una carrera. Al respecto recuerdo el indiscutible caso de Henry Fonda con cincuenta años de carrera en Hollywood. Ya como el actor parecía estar cerca del final de su vida, en 1980 le dan el Academy Honorary Award (Premio Honorario de la Academia) que es, como se menciona en este párrafo, un reconocimiento a la carrera artística. Ese tan merecido Oscar por actuación en una película no se lo otorgaron sino en 1981 por On Golden Pond (en el mundo hispano «En el estanque dorado» o «En la laguna dorada»), cuando ya estaba tan enfermo que ni pudo ir a la ceremonia a recibir el premio; su hija Jane lo hizo por él. Henry murió en 1982. Me da vergüenza ajena. Un actor que hasta recibió un Premio Grammy en la categoría de Best Spoken Word Album («Mejor álbum narrado») por una colaboración con otros actores en la grabación de Great American Documents («Grandes documentos americanos»), que ocupa el número 6 en la «Lista de las 25 grandes leyendas masculinas del cine». Supongo que, a alguien, finalmente, se le removió la conciencia y le dio por pensar la metida de pata que habían hecho.
Con el desarrollo tecnológico y las novedades en hacer televisión, los estatutos de la Academia volvieron a ser motivo de protesta por lo que se le ha llamado «el reconocimiento de películas de descarga continua (streaming)». Eso sucedió después que Netflix trasmitiera Roma y esta ganara varios premios en 2019. Steven Spielberg fue uno de los que le pidió a la Junta de Gobernadores que excluyeran las películas en competencia de este tipo de servicio, pues esas compañías televisivas podían emplear más recursos y mostrar las películas más temprano que el resto de los productores de las otras propuestas nominadas. ¿Cómo concluyó la historia? Con la intervención del Departamento de Justicia, la Academia decidió dejar las cosas como estaban.
Pero no todo lo relacionado a la Academia y las premiaciones es punitivo. Tampoco yo soy un detractor de las películas hollywoodenses porque mucho que las he disfrutado y disfruto todavía. Como ejemplo a una de esas cosas que pienso han sido acertadas, les muestro esta lista de premiados:
- Que recibieron el Premio Honorario de la Academia:
1927/1928 – Charlie Chaplin: por actuar, escribir, dirigir y producir The Circus (El circo y el chicuelo) en 1928.
1934 – Shirley Temple: por su contribución excepcional al cine en 1934.
1938 – Judy Garland: por su excepcional desempeño como joven actriz en 1937.
1940 – Walt Disney, William Garity, John N. A. Hawkins, y RCA Manufacturing Company: por su excepcional contribución al uso avanzado del sonido en el cine con la película Fantasia.
1952 – 20th Century-Fox Film Corporation: en reconocimiento a su imaginación, teatralidad y la visión de futuro al introducir la revolucionaria invención del CinemaScope.
1954 – Greta Garbo por sus inolvidables actuaciones en el cine.
1959 – Buster Keaton: por su talento único que permitió llevar comedias inmortales a la pantalla.
1970 – Orson Welles: por su arte y versatilidad superlativos en la creación de películas.
1971 – Charles Chaplin: por el incalculable efecto que ha logrado al hacer del cine un arte de este siglo.
1972 – Edward G. Robinson: por haber logrado grandeza en sus actuaciones, en el patrocinio del arte y en su dedicación como ciudadano.
1973 – Groucho Marx: en reconocimiento a su brillante creatividad y los incomparables logros de los hermanos Marx en la comedia cinematográfica.
1978 – Lord Laurence Olivier: por todo su trabajo, por los logros únicos obtenidos en toda su carrera, y la contribución al séptimo arte.
1980 – Henry Fonda: al actor consumado, en reconocimiento a sus brillantes logros y duradera contribución al cine.
1985 – Paul Newman: en reconocimiento a sus memorables actuaciones, y por su integridad personal y dedicación a su trabajo.
1989 – Akira Kurosawa: por sus logros cinematográficos, que han inspirado, deleitado, enriquecido y entretenido a la audiencia mundial, y ha influenciado a realizadores de todo el mundo.
1990 – Sophia Loren: uno de esos tesoros genuinos del cine, quien, en una carrera rica de actuaciones memorables, ha añadido un lustre permanente a nuestra forma de arte.
1992 – Federico Fellini: en reconocimiento a sus logros cinematográficos, los cuales han emocionado y entretenido a la audiencia mundial.
1995 – Kirk Douglas: por 50 años de fuerza creativa y moral en la comunidad del cine.
1998 – Elia Kazan: en apreciación a una larga, distinguida e incomparable carrera que ha influenciado la esencia de la realización cinematográfica a través de la creación de obras maestras. Les recuerdo que Elia Kazan fue cofundador del Actors Studio en 1947 e introdujo el Method Acting («El método de actuación»), que les permitió a 21 actores ser nominados para el premio y a nueve de ellos llevárselo a casa. Él mismo dirigió películas exitosas y aclamadas: A Streetcar Named Desire («Un tranvía llamado deseo»,1951), On the Waterfront (en el mundo hispano «Nido de ratas» o «La ley del silencio», 1954), y East of Eden («Al este del paraíso»,1955).
2001 – Sir Sidney Poitier: en reconocimiento a sus sobresalientes logros como artista y ser humano.
2001 – Robert Redford: al actor, director, productor y creador de Sundance, una inspiración a los realizadores independientes e innovadores de todo el mundo.
2006 – Ennio Morricone: en reconocimiento a sus magníficas y multifacéticas contribuciones al arte de la música en el cine.
- Que recibieron el Premio de Logros Especiales:
1988 – Richard Williams: dirección del animado Who Framed Roger Rabbit (¿Quién engañó a Roger Rabbit?).
- Jóvenes talentos premiados:
1999 – Haley Joel Osment (11 años): The Sixth Sense («El sexto sentido»). Fue nominado como mejor actor secundario. Aunque no ganó el premio, es famoso por decir uno de esos bocadillos icónicos en el cine norteamericano: »I see dead people.»
1979 – Justin Henry (8 años): Kramer vs Kramer (1979). Fue nominado como mejor actor secundario. Aunque no ganó el premio, impuso la marca de ser el nominado más joven en cualquier categoría, la cual no ha sido superada.
1955 – Sal Mineo (17 años): Rebel Without a Cause («Rebelde sin causa»). Fue nominado como mejor actor secundario. La escena de su personaje en manos del de James Dean fue muy aclamada.
En esta lista está, asimismo, Anna Paquin, quien con 11 años recibió el premio a la mejor actuación secundaria por The Piano (1993), escogida entre una muy buena lista de nominadas, como lo fue Holly Hunter. Eso, antes que se convirtiera en la Rogue de X-Man. ¿La recuerdan frente al micrófono imposibilitada de hablar ante todos aquellos monstruos del cine que la miraban desde abajo? Pensé que iba a sacarle brillo a la estatuilla.
Y también está Brandon De Wilde, quien con 11 años fue nominado como mejor actor secundario por su papel en Shane («Shane, el desconocido», 1953). Una carita inocente y refrescante en el viejo Oeste.
Las películas hollywoodenses nos transmiten todo tipo de sensaciones mientras las vemos. Algunas son joyas de arte y otras no sirven ni para los perros. Han actuado en ellas actores y actrices de altos quilates y otros merecedores de la «Frambuesa de oro». Pero la nominación y otorgamiento de premios deja que desear en muchas ocasiones. Como la que mencioné al principio, cuando favorecieron al «actor del momento», Russell Crowe, en detrimento de Geoffrey Rush. ¿En serio? Siempre he considerado —y no he sido yo el único— que se premia una actuación memorable, de esas como las de F. Murray Abraham y Tom Hulce en la Amadeus de Miloš Forman. O la de Sally Field en Steel Magnolias («Magnolias de acero»), la de Meryl Streep en Sophie’s Choice («La decisión de Sofía»), o la de Glenn Close en Dangerous Liaisons («Amistades peligrosas»). Russell Crowe, no obstante, sí lo mereció por su papel en The Beautiful Mind, pero no había comparación entre su general romano y el conde de Sade que interpretó Rush. Y ya a Tom Hanks no le iban a dar otro (estuvo nominado ese año).
Eso me recuerda, a propósito de actrices, cuando a Cher le regalaron el Oscar por su actuación en Moonstruck («Hechizo de luna») y las críticas llovieron. Ella se defendió diciendo que «también se podía premiar una “buena” actuación natural». ¡Qué caradura eres Cher! En una temporada en que competía contra Meryl Streep, Glenn Close y Holly Hunter. No tengo nada en su contra tampoco, pero bueno es lo bueno… Sí le aplaudo esa gira de conciertos en los que está promoviendo su último disco con la música de ABBA —a propósito de su participación en una película que lleva por nombre el de una canción de ellos—, unos monstruos musicales del mundo de quienes aquí solamente se conocía Dancing Queen antes que proyectaran Mamma Mia! ¡Madre mía!
Y de la misma manera me siento con los movimientos que la Academia hace en su lista de las 100 mejores películas, por primera vez creada en 1998. ¿Mis dudas? Que ciertas películas —como: The Lord of the Rings: The Fellowship of the Ring o The Sixth Sense— hayan sido añadidas en la renovación de la lista en 2007 mientras otras —como: The Birth of a Nation, Amadeus, Rebel Without a Cause, Close Encounters of the Third Kind, Wuthering Heights, y Guess Who’s Coming to Dinner— fueron borradas. Considero que la trilogía de «El señor de los anillos» es una joya desde el punto de vista de la realización cinematográfica y la disfruté mucho, pero también creo que para hacer el corte de las 100 mejores hay que gozar de muchas otras cualidades. Lo mismo pienso de la película de Bruce Willis y Haley Joel Osment, con perdón de M. Night Shyamalan, a quien considero un director y guionista excepcional (creo que he visto todas sus películas). A propósito del director mencionado: hubiese estado más de acuerdo con The Village o The Happening, incluso con Signs.
Y ni hablar de la inclusión de Toy Story para desplazar a Fantasia. Sin comentarios, la verdad. Tampoco entiendo la supremacía que pueda tener Snow White and the Seven Dwarfs («Blancanieves y los siete enanitos») sobre Fantasía para que la primera se quede y la segunda se vaya.
En fin…, el mar.
Sobre las decisiones en las premiaciones y las listas no nos toca de otra sino «hacer de tripas, corazón» si creemos que ha habido una injusticia o una pifia. Nos molestamos como espectadores y amantes del séptimo arte, del bueno, no del montón. No obstante, al fin y al cabo, las cosas seguirán su curso, aunque cierta cantidad de personas mostremos inconformidad. Y, para ser sinceros, como decíamos en Cuba: «ellos son blancos, y se entienden». Nosotros, solamente espectadores, amantes del séptimo arte, del bueno, no del montón.
Un artículo muy pormenorizado e interesante. Los premios, ya se sabe, responden a un tipo de mentalidad que se quiere mantener. El punto de vista subjetivo aparece siempre con un peso desmesurado. Punto que se nutre de prejuicios, falacias, hipocresía y un apetito imparable hacia el éxito económico, mientras se dejan de lado aspectos que hacen que llamemos al cine el séptimo arte. Abrazos.
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