Adiós al más grande: La separación de The Beatles. Candlestick Park: el comienzo del fin (I).

Cuentan que los Beatles funcionaban bajo la regla de «un hombre es un voto». Por tal motivo, cuando en 1966 Paul se quedó siendo el único de la banda que seguía con la idea de continuar tocando en vivo, los otros tres lo convencieron de no hacerlo más. Por casi tres meses el grupo estuvo separado, lo cual le hizo pensar a John: «Bueno, esto es el fin. Sin más actuaciones en vivo, va a haber un espacio en blanco en el futuro. Ahí fue cuando comencé a considerar la vida sin los Beatles. Ahí fue cuando se plantó la semilla de pensar cómo salir (del grupo) sin que los otros me botaran. Pero nunca pude salir del palacio porque era aterrador».

La última actuación en vivo de la banda fue el comienzo de una serie de eventos que llevarían a la ruptura definitiva entre sus miembros.

El escenario para el final de una era: el estadio.

Candlestick Parkfue un estadio de deportes y entretenimiento al aire libre, inaugurado el 12 de abril de 1960 como el primer estadio moderno de béisbol construido enteramente de hormigón en el mundo. Estaba situado en el área de Bayview Heights, parte del parque estatal Candlestick Point en la costa occidental de la bahía de San Francisco, California.

El estadio fue originalmente el hogar del equipo de béisbol de los Gigantes de San Francisco de las Grandes Ligas que jugaron allí desde 1960 hasta mudarse a Pacific Bell Park (hoy Oracle Park). También fue el campo de origen de los San Francisco 49ers («los 49»), un equipo profesional estadounidense de la Liga Nacional de Fútbol Americano desde 1971 hasta 2013.

Aunque hicieron una aparición en vivo sin previo aviso en enero de 1969 en la azotea del edificio Apple, el último concierto en vivo de Beatles tuvo lugar en este estadio. Según The Beatles Bible, el aforo del parque era de 42.500 personas, pero sólo se vendieron 25.000 entradas, dejando grandes secciones de asientos sin vender. Debido a esto y otros vericuetos del contrato, la empresa local Tempo Productions, organizadora del evento, tuvo una pérdida financiera con él.

El último evento celebrado allí fue un concierto de Paul McCartney el 14 de agosto de 2014, antes de que el estadio fuera demolido en septiembre de 2015. El propio músico bromeó con la audiencia de 49.000 personas, antes de tocar unas 40 canciones, muchas de ellas clásicos de los Beatles, así:

«Nos enojamos tanto (la última vez que tocamos aquí), que nunca lo volvimos a hacer». Para este concierto, McCartney se puso en contacto con Barry Hood y utilizó una parte de su película original de los Beatles de 1966 en una gran pantalla en este último concierto.

La peor gira de su historia.

No era de extrañar que la emoción inicial de las giras se hubiese desvanecido. Las actuaciones en vivo estaban matando a los Beatles en 1966.

Después de tres conciertos en Alemania volaron en medio de amenazas de muerte a Japón. Iban a tocar cinco conciertos en el Budokan Hall, un lugar de artes marciales sagradas. Los estudiantes de derecha japonesa amenazaron con una acción militante contra la «decadencia occidental». Al final no pasó nada y, por el contrario, sus conciertos japoneses conmocionaron a los Beatles. Por primera vez en años pudieron oírse tocar en vivo, sin los gritos adolescentes de la Beatlemanía. Y si tenían alguna duda sobre lo mal que sonaban en vivo, esto lo confirmó.

Desde Japón todo fue cuesta abajo. Manila, Filipinas, fue la siguiente, en los días del dictador filipino Ferdinand Marcos y su esposa, Imelda. Los Beatles llegaron y se separaron del mánager Brian Epstein y su séquito. Al día siguiente, un importante incidente diplomático explotó cuando la banda fue criticada por no asistir a una recepción en el Palacio Presidencial organizada por Imelda, de la cual ellos desconocían.

El desaire involuntario a la primera familia dictatorial provocó una reacción nacional contra el cuarteto. Los Beatles fueron sacados del país por una multitud hostil.

Toda su protección policial fue retirada de repente y ellos tuvieron que defenderse solos de un montón de nacionalistasenojados que los persiguieron y escupieron hasta el aeropuerto, mientras los titulares denunciaban «la afrenta a la Primera Familia».

Sólo después de ser despojados de los ingresos del concierto se les permitió salir del país.

The Beatles tocando en vivo en Manila, Filipinas.

La muerte y el odio acechan en tierra hostil.

Después de esa amarga experiencia, nadie estaba particularmente emocionado por tener que embarcarse de nuevo en una gira, ahora por los Estados Unidos al mes siguiente. George Harrison, resentido, comentaría: «Tomemos un par de semanas para recuperarnos antes de ir y ser golpeados por los estadounidenses».

Pero incluso antes de que la banda llegara a los Estados Unidos, ya habían soportado una horrible gira.

No obstante, no era sólo el peligro físico lo que enfrentaban. Los Beatles se morían como músicos. Tocar para una multitud había sido una vez su vida, pero la fama les había robado todo lo que lo hacía alegre y satisfactorio. Las arenas deportivas eran demasiado grandes y los gritos de un público adorador eran demasiado fuertes para que sus amplificadores Vox de 100 vatios los superaran. Incapaces de escucharse a sí mismos, su musicalidad comenzó a atrofiarse.

«En 1966 el camino —en referencia a viajar para las actuaciones en vivo— se estaba volviendo bastante aburrido», recordó Ringo Starr en el documental de The Beatles Anthology. «Estaba llegando el final para mí. Nadie escuchaba en los espectáculos. Eso estuvo bien al principio, pero estábamos tocando muy mal».

Encaramado en la parte posterior de su batería, fue reducido a seguir el movimiento de las espaldas de los demás en la parte delantera del escenario para determinar por dónde estaban en la canción.

Al menos el público no podía oír lo desigual que se habían vuelto, porque tampoco les preocupaba. «El sonido en nuestros conciertos siempre fue malo. No las pasábamos haciéndonos bromas en el escenario para mantenernos entretenidos», recordó Harrison en la Antología.

Lennon, en especial, se deleitaba en hacerle alteraciones obscenas a sus letras —como en I Want to Hold Your Gland en lugar de Hand; glande por mano—, sabiendo muy bien que nadie tenía idea de lo que estaba diciendo. «No era sino una especie de espectáculo de fenómenos», dijo más tarde. «Los Beatles eran el espectáculo, y la música no tenía nada que ver con eso».

El aburrimiento de tocar la misma docena de canciones cada día también comenzó a rallar en la notoriamente corta capacidad de atención del grupo. Para empeorar las cosas, la mayoría de las canciones eran viejas.

Gran parte de su trabajo reciente había mejorado por el uso de músicos de apoyo y técnicas de estudio innovadoras, por lo que ya era demasiado difícil de realizar dadas las limitaciones técnicas de un entorno en vivo. De hecho, los Beatles nunca tocarían una sola canción de su último álbum Revolver, lanzado pocos días antes de que comenzara su gira.

Ni ellos ni el público podían oír nada, no estaban mejorando sus habilidades, no estaban promocionando su nueva música y no se estaban divirtiendo. Ciertamente, no necesitaban el dinero, así que ¿por qué estaban haciendo esto? La pregunta estaba en la mente de todos durante la gira de 1966 por los Estados Unidos, una excursión maldita, acosada por una serie de desastres sin paliativos.

Llegaron a Chicago para sus dos primeras presentaciones el 11 de agosto con la tormenta mediática tras la famosa entrevista que los Beatles le dieran a Maureen Cleave para el Evening Standard donde Lennon dijo: «El cristianismo se irá. Se desvanecerá y se encogerá. No necesito discutir sobre eso. Tengo razón y se me demostrará que tengo razón. Ahora somos más populares que Jesús».

La declaración ni levantó una ceja en Gran Bretaña cuando se imprimió por primera vez, pero cuando algunos comentarios seleccionados fueron reeditados en el Bible Belt estadounidense —el «Cinturón bíblico» es un término coloquial asociado con una región al sur de los Estados Unidos en la que el protestantismo evangélico de conservadurismo social tiene tal arraigo que juega un papel importante en la sociedad y la política, y la asistencia a la iglesia es más alta que el promedio de la nación—, se desató un infierno.

Incendiaron álbumes de los Beatles, boicotearon canciones, y profirieron un torrente de amenazas de muerte. Los nuevos agujeros de bala en el fuselaje del avión de la banda aclararon cualquier duda: Estaban en peligro.

Lennon desató el pandemonio del conservadurismo religioso de los Estados Unidos.

Lennon se disculpó luego a insistencia de Brian Epstein, y Harrison comentó: «Estoy de acuerdo con lo que dijo John. Eso no significa que esté en contra de la religión. Estaba llamando la atención sobre algo, pero sus comentarios fueron sacados de contexto».

Dos días después de su llegada a los Estados Unidos, Revolver fue al No.1 en las listas de álbumes de Gran Bretaña. Pero, a pesar de las disculpas de Lennon, el odio continuó. El Ku Klux Klan (KKK) amenazó con manifestarse en el concierto en Washington, D.C. Cinco seguidores del KKK con máscaras blancas se presentaron, pero fueron empequeñecidos por los 32.000 fanáticos de los Beatles. Luego vino «el incidente de Memphis».

Memphis es territorio de Elvis Presley. La ciudad de Graceland, el hogar de su ídolo. El 19 de agosto, los Beatles iban a tocar dos conciertos. Antes del primero, su preparador recibió una llamada anónima diciendo que «uno o todos los miembros de la banda serían asesinados durante la actuación». Nadie tenía ninguna duda de cuál beatle sería el objetivo principal.

El Klu Klux Klan, todavía indignado por el comentario mencionado, se manifestó contra algunos conciertos, mientras que otros espectáculos sonaban a la par que los disturbios raciales cercanos. Todo salió bien en el concierto de la tarde.

Pero dentro del estadio esa noche, un petardo fue arrojado al escenario, haciendo que la banda creyera que un pistolero al fin había materializado las amenazas de asesinato.

Según Tony Barrow, oficial de prensa inglés que trabajó con la banda y acuñó la frase “los Fab Four”: «Todos nosotros al lado del escenario y los tres Beatles encima de él miramos de inmediato a John Lennon. No nos habríamos sorprendido si en ese momento lo hubiésemos visto caer».

Fuera del estadio, el KKK clavó un disco de los Beatles en una cruz de madera, jurando venganza.

Un montaje de fragmentos de la actuación de los Beatles en Memphis en 1966.

El día después de Memphis debían actuar en Crosley Field, Cincinnati, pero de nuevo había preocupación por su seguridad, esta vez debido a la lluvia torrencial y los rayos en un concierto al aire libre; los promotores no habían podido construir el pabellón prometido.

Esto puso a la banda en la posición nada envidiable de cancelar el espectáculo y propiciar un motín entre los 35.000 espectadores, o actuar según lo programado en medio del riesgo real de electrocución.

Nat Weiss, el abogado de la banda, le dijo al autor Philip Norman: «Fue aterrador. La multitud seguía gritando “¡queremos a los Beatles!”, y Paul se molestó tanto por la perspectiva de tener que salir y ser electrocutado en el escenario, que se sintió mal. La tensión era demasiado grande. Y vomitó en el camerino».

Después de que el roadie —personal de apoyo de las bandas en las giras— Mal Evans recibió un shock tan severo como para lanzarlo a través del escenario, el espectáculo fue pospuesto hasta el día siguiente, la única vez en la carrera de la banda.

«El único concierto que nos perdimos!», señaló un orgulloso Harrison. Mas, eso significaba que tenían que actuar dos veces en un día en dos ciudades a 550 kilómetros de distancia (la segunda actuación fue en Missouri).

Los Beatles en la reposición del pospuesto concierto la noche anterior en Crosley Field, Cincinnatti, en 1966.

Terminado el programa de reposición esa tarde en Cincinnati, los Beatles volaron a St. Louis, donde se enfrentaron a otra catástrofe lluviosa. El refugio improvisado construido con prisa al aire libre en el Busch Stadium hizo poco para protegerlos.

Paul McCartney recordaba: «Pusieron trozos de hierro corrugado sobre el escenario, así que se sentía como el peor concierto en el que habíamos tocado incluso antes de que comenzáramos como banda. Teníamos que preocuparnos por la lluvia que entraba en los amplificadores y esto nos llevó de vuelta a los días de la Caverna. Fue peor que esos primeros días».

Montaje de sonido e imágenes sobre el concierto de los Beatles en el Busch Stadium de St Louis, Missouri el 21 de agosto de 1966.

Barry Tashian de The Remains, un grupo acompañante en la gira que tocaba en las aperturas de los conciertos tiene un recuerdo muy vívido del destartalado escenario, que plasmó en sus memorias: «Nuestro roadie, Ed Freeman, estaba estacionado en la toma principal de corriente alterna para ver la actuación y poder desconectar todo el escenario si alguien mostraba señales de haber recibido una descarga eléctrica».

El propio Freeman lo confirmaba: «Había chispas volando por todo el lugar. Recuerdo que cada vez que Paul chocaba con el micrófono, que era en cada canción, salían chispas».

El propio Freeman lo confirmaba: «Había chispas volando por todo el lugar. Recuerdo que cada vez que Paul chocaba con el micrófono, que era en cada canción, salían chispas».

«El coche de escape que esperábamos usar estaba gravemente dañado y fuera de acción», escribió Tony Barrow en su libro John, Paul, George, Ringo & Me. «Los cuatro chicos estaban al borde de la desesperación y discutíamos la posibilidad de que tuviéramos que permanecer encerrados en el estadio durante la noche. Ringo rompió el silencio subsiguiente diciendo con una vocecita: “¿Puedo ir a casa con mi mamá ahora, por favor? ¿Puedo?”».

Fotos y video mano a mano en esta toma original del espectáculo de los Beatles en el Dodger Stadium de Los Angeles el 28 de agosto de 1966. La persona que hizo estas tomas y preparó el material estuvo en ese concierto; fue el primero de su vida.

Tres intentos de sacar a las superestrellas de las instalaciones usando limusinas de señuelo e incluso ambulancias fracasaron antes de que, finalmente, fueran empujadas a un coche blindado similar a un tanque.

Para McCartney esa fue la gota que colmó el vaso: «Recuerdo que nos metieron en un gran vagón vacío de acero, como una furgoneta para transportar escombros. No había muebles allí, nada. Nos zarandeábamos, tratando de aferrarnos a algo, y en ese momento todo el mundo dijo: “Oh, esta maldita broma de gira, ya me llegó hasta aquí, hombre”».

Por suerte, no más les quedaba una presentación: Candlestick Park al día siguiente.

Publicado por jmhernandezgonzalez

Cubano por nacimiento y corazón. Amigo de quien se lo merece, porque nada comparable con el amor a la familia como la lealtad a un buen amigo. ¿Escritor? Solamente sé que escribir para mí es más que multiplicarme en la inmensidad del tiempo y el espacio dando campanazos de imaginación.

Un comentario en “Adiós al más grande: La separación de The Beatles. Candlestick Park: el comienzo del fin (I).

  1. Éstas que te sales…muy bueno la primera parte que he leído y eso que no he tenido tiempo de ver los vídeos insertados y el material fotográfico. Felicitaciones… debías regalarme uno parecido de la Streisand para mí cumple jejeje…que Jeta la mía no ?

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