Operación Paperclip: en el lado oscuro de la intervención estadounidense en la II Guerra Mundial (V).

Bajo los términos de Paperclip hubo una feroz competencia no solo entre los aliados de la guerra, sino también entre los diversos servicios estadounidenses.

Esta imagen a la izquierda es increíblemente ilustrativa de la influencia nazi en el desarrollo tecnológico estadounidense obtenido en lo que vamos a tratar a continuación.

Llegada y reparto de los científicos

Curtis Emerson LeMay vio que su recién creada Fuerza Aérea de los Estados Unidos —la mundialmente «famosa» USAF, por United States Air Force— provocaría la extinción virtual de la marina y pensó que este proceso se aceleraría si pudiera adquirir tantos científicos e ingenieros alemanes como fuera posible.

Entre 1945 y 1952, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos patrocinó el mayor número de científicos de Paperclip, importando 260 hombres, de los cuales 36 regresaron a Alemania y uno, Walter Schreiber, emigró a Argentina.

86 ingenieros aeronáuticos fueron transferidos a la base de la Fuerza Aérea Wright-Patterson en Ohio (en la foto), donde Estados Unidos tenía aviones y equipos de la Luftwaffe capturados bajo la «Operación Lusty».

Entre los que figuraban en los documentos como trabajadores de la USAF en Heidelberg en 1946 y recomendados para su transferencia a Wright Field en Ohio estaba el doctor Herman Becker-Freysing (en la foto), ex director de investigación aeromédica de la Fuerza Aérea Alemana, quien poco después fue declarado culpable en Núremberg y sentenciado a 20 años de prisión por un papel en experimentos con prisioneros de Dachau que murieron después de beber agua de mar para probar su potabilidad.

Por su parte, la Marina de los Estados Unidos —entre el público general muy conocida por US Navy— estaba igualmente ansiosa por atrapar una buena cantidad de criminales de guerra.

Uno de los primeros hombres recogidos por la Marina estadounidense fue Theodor Benzinger, quien era un experto en heridas en el campo de batalla, experiencia que adquirió a través de experimentos explosivos realizados en sujetos humanos durante las etapas menguantes de la Segunda Guerra Mundial.

Benzinger terminó con un lucrativo contrato gubernamental trabajando como investigador en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed —coloquialmente conocido como «Hospital Naval Bethesda»— en Bethesda, Maryland.

Theodor Benzinger y el Hospital Naval Bethesda.

En mayo de 1945, la Marina «recibió bajo custodia» a Herbert Alois Wagner, el inventor del misil HenschelHs 293, quien trabajó primero durante dos años en el Centro de Dispositivos Especiales, en Castle Gould y en Hempstead House, Long Island, Nueva York, y en 1947 se mudó a la Estación Aérea Naval Point Mugu.

De izquierda a derecha: Wagner en Berlín, 1923; el misil de su invención; Castle Gould; Hempstead House; y la base aérea.

En agosto de 1945, el coronel Holger Toftoy, jefe de la Rama de Cohetes de la División de Investigación y Desarrollo del Cuerpo de Artillería del Ejército de los Estados Unidos, ofreció contratos iniciales de un año a los expertos en cohetes; 127 de ellos aceptaron.

A partir de finales de ese año, tres grupos de científicos en cohetes llegaron a los Estados Unidos para el servicio en Fort Bliss, Texas, y en el Polígono de Misiles de White Sands, Nuevo México, como «empleados especiales del Departamento de Guerra».

Fort Bliss y Holger Toftoy.

En septiembre de 1945, el primer grupo de siete de estos científicos —ingenieros aeroespaciales— llegó a Fort Strong, en Long Island en el puerto de Boston: Wernher von Braun, Erich Walter Neubert, Theodor A. Poppel, William August Schulze, Eberhard Rees, Wilhelm Jungert y Walter Schwidetzky.

De izquierda a derecha: Fort Strong, von Braun, Neubert, Poppel, Schulze, y Rees.

En 1946, la Oficina de Minas de los Estados Unidos empleó a siete especialistas alemanes en combustibles sintéticos en una planta química de Fischer-Tropsch en  Louisiana, Missouri.

El 1 de junio de 1949, el jefe de Artillería del Ejército de los Estados Unidos designó la base militar Redstone Arsenal en Huntsville, Alabama, como el Centro de Cohetes de Artillería, para la investigación y el desarrollo de cohetes.

El 1 de abril de 1950, la operación de desarrollo de misiles en Fort Bliss, incluyendo a von Braun y su equipo de más de 130 miembros de Paperclip, fue transferida a Redstone Arsenal (en la foto).

El Cuerpo de Señales del Ejército de los Estados Unidos empleó a 24 especialistas, incluidos los físicos Georg Goubau, Gunter Guttwein, Georg Haas, Horst Kedesdy y Kurt Lehovec; los químico-físicos Rudolf Brill, Ernst Baars y Eberhard Both; el geofísico Helmut Weickmann; el óptico Gerhard Schwesinger; y los ingenieros Eduard Gerber, Richard Guenther y Hans Ziegler.

De izquierda a derecha: Goubau, Haas, los documentos de Kedesdy, Lehovec, y Ziegler.

En 1959, 94 hombres de Paperclip entraron a los Estados Unidos, incluyendo Friedwardt Winterberg (en la foto) y Friedrich Wigand.

Del memorando TAB F-3 publicado en osti.gov nos enteramos de que varios sitios de investigación militar reclutaron científicos de Paperclip con experiencia en aeromedicina, radiobiología y oftalmología.

Estas instituciones incluían la Escuela de Medicina de Aviación —SAM por School of Aviation Medicine— donde se llevaron a cabo experimentos de radiación humana.

(en la foto, nuevas instalaciones hechas en la base para la escuela)

La cartera de experimentos en el SAM era una que se beneficiaría particularmente de los reclutas de Paperclip. Los experimentos allí incluyeron medicina espacial y estudios de reposo en cama.

SAM en Texas.

La de la Fuerza Aérea en su base en Brooks, Texas, realizó docenas de estos experimentos durante la Guerra Fría, entre ellos estudios de ceguera por destellos en relación con las pruebas de armas atómicas y recopilación de datos para estudios de irradiación total de cuerpos realizados en Houston, y particularmente en el Arsenal del Cuerpo Químico del Ejército en Edgewood.

Laboratorio Médico del Ejército en el Arsenal del Cuerpo Químico del Ejército en Edgewood

El Cirujano General de la Fuerza Aérea y los funcionarios de SAM dieron la bienvenida a los científicos de Paperclip.

Los experimentos para los que se contrató a los investigadores nazis incluyeron muchos relacionados con investigación aeronáutica. Estos fueron principalmente estudios de exposición a gran altitud, privación de oxígeno, experimentos y estudios en frío relacionados con las operaciones de rescate aire-mar.

Esta información sobre los peligros de una tripulación aérea era importante para ambas partes y, por supuesto, seguía siendo importante para las organizaciones militares en la Guerra Fría.

Herbert Gerstner, investigador principal en los experimentos LCT Lower Critical Temperatures; en español: «las temperaturas críticas más bajas»— en el SAM, fue director interino del Instituto de Fisiología de la Universidad de Leipzig; se convirtió en radiobiólogo en el SAM.

En marzo de 1951, el comandante de la escuela, O.O. Benson Jr. (en la foto), escribió al Cirujano General para que buscara más científicos de primera clase y tecnólogos altamente calificados de Alemania. El ayudante del general Benson solicitó currículums de una lista de prospectos de Paperclip, que incluyeron especialistas en biología de la radiación y en física.

El primer grupo de personal de Paperclip contenía científicos que habían demostrado ser de real valor para la Fuerza aérea. Los más débiles y menos dotados fueron desechados en gran medida.

12 especialistas científicos del equipo de Peenemünde al frente del edificio 4488, Redstone Arsenal, Huntsville, Alabama, quienes lideraron los esfuerzos espaciales del Ejército antes de su transferencia al Centro de Vuelo Espacial Marshall. De izquierda a derecha: Dr. Ernst Stuhlinger, director de la Oficina de Proyectos de Investigación; Dr. Helmut Hoelzer, director del Laboratorio de Computación: Karl L. Heimburg, director del Laboratorio de Pruebas; Dr. Ernst Geissler, director del Laboratorio de Aerobalística; Erich W. Neubert, director del Laboratorio de Confiabilidad de Análisis de Sistemas; Dr. Walter Haeussermarn, director del Laboratorio de Orientación y Control; Dr. Wernher von Braun, director de la División de Operaciones de Desarrollo; William A. Mrazek, director del Laboratorio de Estructuras y Mecánica; Hans Hueter, director del Laboratorio de Equipos de Soporte de Sistemas; Eberhard Rees, director Adjunto de la División de Operaciones de Desarrollo; Dr. Kurt Debus, director del Laboratorio de Disparo de Misiles; Hans H. Maus, director del Laboratorio de Ingeniería de Fabricación y Montaje.

El segundo grupo que llegó en 1949, en general, estaba compuesto por personas menos competentes que los del Paperclip original, y ese personal pasó también por un proceso de purga.

En general, a través de sus operaciones hasta 1990, la «Operación Paperclip» importó 1.600 hombres como parte de las «reparaciones intelectuales» —dentro de las reparaciones de la Segunda Guerra Mundial— adeudadas a los Estados Unidos y el Reino Unido, valoradas en 10 mil millones de dólares en patentes y procesos industriales.

Un grupo de 104 ingenieros aeroespaciales y especialistas en cohetería en Fort Bliss, Texas.

Eric Lichtblau, un periodista estadounidense que escribe para The New York Times, quien expuso cómo la CIA protegió a los nazis en su libro The Nazis Next Door —en español: «Los vecinos nazis» o «Los nazis que viven al lado»—, en una entrevista concedida para Elias Isquith y que se publicó en Salon de salon.com, dijo:

«Fue cuestión de olvidarse del pasado. Así que los tuvimos haciendo todo tipo de cosas. Los teníamos en organizaciones en Europa que monitoreaban las líneas de tren y hacían escuchas telefónicas, teníamos tipos en los Estados Unidos que estaban haciendo entrenamiento paramilitar para una posible invasión de Rusia, quienes eran exoficiales nazis de las SS, había otro tipo de las SS que analizaba los sellos postales de la Unión Soviética, y vivía en Connecticut. Abarcaban toda la gama en términos de tareas de la Guerra Fría que estaban realizando para las agencias de inteligencia».

(en el punto 9 del Apéndice 2 puedes leer una reseña del contenido de este libro; utiliza este enlace: https://wordpress.com/post/elabrevaderojm.com/8668)

¿Qué dijo el público?: ¡Fuera!

La prensa informa de la adquisición de nazis por parte de Estados Unidos.

3 semanas después de la llegada de los primeros nazis, el New York Times informó por primera vez que había científicos nazis viviendo en Estados Unidos bajo un programa militar secreto. Sus fuentes fueron el periódico del ejército ruso con sede en Berlín oriental, Tägliche Rundschau, y el periódico de Alemania Oriental Berliner Zeitung. En un artículo de seguimiento, una fuente anónima le dijo al periódico que «1000 científicos alemanes adicionales» estaban en camino.

De izquierda a derecha: Edificio editorial de la Tägliche Rundschau en Berlín-Prenzlauer Berg, Göhrener Straße 11; zona de Alemania ocupada por los soviéticos que luego se convirtiera en la RDA; bandera de la extinta RDA.

(para saber sobre este diario de posguerra, lee la reseña en el punto 10 del Apéndice 2; utiliza el enlace que te dejo a continuación: https://wordpress.com/post/elabrevaderojm.com/8668)

El artículo informó que «todos fueron descritos como voluntarios y bajo contrato, y sus períodos de prueba serían generalmente de seis meses, después de lo cual podían solicitar la ciudadanía y quienes dependían de ellos ser llevados a los Estados Unidos».

La revista Newsweek reveló que el nombre clasificado del programa militar secreto era Project Paperclip.

En un artículo del The New York Times publicado el 30 de diciembre de 1946, tanto las críticas de Hans Albrecht Bethe como las de Albert Einstein al programa fueron argumentadas en nombre del Consejo contra la Intolerancia, un grupo que educó al público sobre la diversidad cultural de Estados Unidos.

La protesta oficial, firmada por más de cuarenta científicos, educadores y otros ciudadanos, fue enviada al presidente Truman y al secretario de Guerra, Robert Patterson. La principal advertencia de la protesta fue prohibir que los científicos alemanes recién llegados se convirtieran en ciudadanos estadounidenses permanentes.

Menos de dos meses después, Bethe escribió un artículo similar publicado en el Boletín de los Científicos Atómicos (ejemplo de una portada en la foto). En él, Bethe explica al lector que Paperclip puede haber sido muy necesario, pero la política de inmigración que impulsó el programa fue engañosa. Sus tres principales preocupaciones eran: la ciudadanía de los participantes de Paperclip, el «trato preferencial» a los individuos , y la posibilidad de su empleo permanente.

También reveló que había poca evidencia de que los científicos estadounidenses estuvieran siendo entrenados para eventualmente reemplazar a los expertos alemanes. Bethe advirtió a sus lectores que los científicos alemanes que ahora vivían y trabajaban en los Estados Unidos planteaban serias amenazas potenciales, que incluían: exacerbar las tensiones de la Guerra Fría con Rusia debido al odio de la Alemania nazi por la Unión Soviética, y la posibilidad de que los científicos defendieran, consciente o inconscientemente, sus antiguas ideologías nazis.

Bethe se hizo eco del artículo de meses anteriores, y recomendó que a estos excientíficos nazis no se les concediera una estadía permanente, así como la detección por parte de un grupo civil que incluiría a científicos estadounidenses.

Otra fuente cita que, en 1958, gran parte de la operación era del conocimiento general, mencionado en un artículo panegírico de la revista Time sobre Wernher von Braun.

Las noticias sobre los científicos de Wright Field generaron un alud de respuestas, incluidos editoriales de periódicos y cartas a congresistas. Una encuesta de la empresa Gallup la semana siguiente reveló que la mayoría de los estadounidenses creían que traer 1000 científicos alemanes más a Estados Unidos era una «mala idea».

Portada de la edición de Time que ensalzó al nazi de los cohetes; uno de los periódicos que publicó la noticia sobre la presencia de alemanes en Wright Field.

El periodista y corresponsal de asuntos exteriores Joachim Joesten (en la foto) estaba indignado por la idea misma de Paperclip, por lo cual escribió en el semanario The Nation: «Si disfrutas del asesinato en masa, pero también atesoras tu piel, sé un científico, hijo. Es la única manera, hoy en día, de asesinar y salirte con la tuya».

(para conocer sobre la vida de este antifascista alemán, puedes leer su reseña biográfica en el punto 11 del Apéndice 2; sigue el enlace a continuación: https://wordpress.com/post/elabrevaderojm.com/8668)

El rabino Stephen Samuel Wise (en la foto), presidente del Congreso Judío Estadounidense, escribió una mordaz carta a Robert Patterson que se hizo pública. «Mientras recompensemos a los antiguos sirvientes de Hitler, mientras dejamos a sus víctimas en campos de desplazados, ni siquiera podemos pretender que estamos haciendo un esfuerzo real para lograr los objetivos por los que luchamos».

Eleanor Roosevelt se involucró personalmente en la protesta contra Paperclip, al organizar una conferencia en el hotel Waldorf-Astoria con Albert Einstein como invitado de honor. La ex primera dama instó al gobierno de Estados Unidos a suspender las visas para todos los alemanes durante 12 años.

Cuando los profesores de la Universidad de Siracusa se enteraron de que un nuevo colega, el Dr. Heinz Fischer, un experto en tecnología infrarroja y exmiembro del Partido Nazi, había sido enviado por el ejército a trabajar en uno de sus laboratorios universitarios bajo un contrato militar secreto, escribieron un editorial para el periódico The New York Times:

«Nos oponemos no porque sean ciudadanos de una nación enemiga, sino porque fueron y probablemente siguen siendo nazis».

La Sociedad para la Prevención de la Tercera Guerra Mundial —un grupo de varios miles de escritores, artistas, académicos y periodistas— no se anduvo con rodeos en su diario de diciembre.

El grupo se había creado durante la guerra para abogar por duras medidas punitivas contra una nación que percibían como inherentemente agresiva y militarista, y contra individuos que creían que se habían beneficiado demasiado del régimen nazi.

Por eso expresaron: «Estos “expertos” alemanes hicieron maravillas para la guerra de Alemania. ¿Se pueden olvidar sus cámaras de gas, su habilidad en la cremación, sus métodos meticulosos utilizados para extraer oro de los dientes de sus víctimas, su magia en el saqueo y el robo?»

La sociedad, que contaba con William Lawrence Shrirer y Darryl Francis Zanuck entre sus miembros, instó a todos los compatriotas estadounidenses a ponerse en contacto con el Departamento de Guerra y exigir que los científicos de Hitler fueran enviados a casa.

(en el punto 12 del Apéndice 2 puedes conocer más sobre esta organización; además, en el 13 hay una información interesante sobre una resolución estadounidense contra Alemania que creó dicisión entre ellos; utiliza el enlace que te dejo aquí: https://wordpress.com/post/elabrevaderojm.com/8668)

Blumenthal denunció en su escrito que «los documentos revelados en un artículo en la edición de abril del Boletín de los Científicos Atómicos muestran que los funcionarios del JIOA bajo el JCS tenían la práctica de solicitar cambios en los expedientes negativos sobre los especialistas que querían reclutar».

El artículo de Linda Hunt cita cientos de documentos desclasificados obtenidos a través de la «Ley por la Libertad de la Información» —abreviado es FOIA por Freedom of Information Act—. Algunos documentos clave se pusieron a disposición del rotativo y se verificaron de forma independiente.

Aunque varios de los funcionarios nombrados han muerto o no pueden ser localizados, algunos de los eventos descritos fueron corroborados por un exfuncionario de inteligencia del Departamento de Estado citado en los documentos.

Herbert J. Cummings, exjefe asistente de la Oficina de Correlación de Actividades Extranjeras del Departamento de Estado, recordó: “Nos pusimos a darle vueltas al asunto porque parecía que estaban tratando de soltarnos a los alemanes en los Estados Unidos». Él confirmó ser el funcionario anónimo citado en el artículo como «encabronado» después de encontrar discrepancias en los registros de los científicos de Paperclip.

Eric Lichtblau le contó a Salon sobre pasos que se dieron para develar la realidad que se escondía:

«No solo en los primeros años, sino a través de los años 50 y 60 y, en algunos casos, los años 70 (…) Hubo historias que comenzaron a salir a finales de los años 70 y 80, que fue realmente cuando el país en su conjunto comenzó a despertar a la idea de que había nazis que habían vivido en los Estados Unidos durante décadas, en ese momento».

«Hubo un impulso por parte del Departamento de Justicia para perseguir a muchos de estos tipos, y entre los nazis que vivían en los Estados Unidos cuyos casos comenzaron a conocerse había un pequeño número que había trabajado para la CIA y el FBI».

«Otros casos individuales surgieron a fines de los años 70 en audiencias del Congreso, y lo hicieron también algunos libros a principios de la década de 1980 sobre ese tema, por lo que tuvimos la sensación general de que las manos de la CIA y el FBI no estaban exactamente limpias cuando se trataba de colaboradores nazis».

«El FBI tenía al menos 16 informantes en 1980 que estaban bajo investigación por sus presuntos vínculos nazis, por lo que vimos en gran número que el alcance de la participación era muy profundo».

«De hecho, la administración de Bobby Kennedy (Robert Francis Kennedy, en la foto) en el Departamento de Justicia, cuando su hermano era presidente, fue alertada de varios de esos casos por un periodista de izquierda llamado Chuck Allen, quien hizo un trabajo exhaustivo sobre esto a principios de la década del ’60.

Desenterró nuevos documentos y fue a ver a Bobby Kennedy para decir: “Mira, estoy escribiendo lo que resultó ser una exposición de 40 páginas sobre estos tipos, estoy dispuesto a entregarte mis registros, qué tienes que decir aquí”».

(hay una reseña muy interesante del trabajo de este antifascista en el punto 14 del Apéndice 2; merece la pena conocer sobre él; sigue este enlace para leerla: https://wordpress.com/post/elabrevaderojm.com/8668)

Y no solo lo ignoraron y lo rechazaron como izquierdista, como una especie de periodista de tendencia comunista, sino que John Edgar Hoover (en la foto) aprobó intervenirle el teléfono. Así que el FBI lo espió por parecerles un posible y subversivo comunista, y lo siguió por la ciudad de Nueva York mientras informaba sobre la posible colaboración nazi con agentes estadounidenses.

Según George Lardner Jr. expuso en un artículo publicado en washingtonpost.com en 2002, el abogado de Washington, Richard Ben-Veniste, dijo que los archivos desclasificados de la CIA sugieren que el uso de los nazis fue «miope y contraproducente» debido a sus «defectos inherentes como seres humanos y su vulnerabilidad a ser chantajeados».

El historiador Norman Goda, de la Universidad de Ohio, señaló que en los archivos «la pregunta moral, “¿deberíamos usar a estas personas?” nunca se hace. En cambio, los funcionarios de inteligencia de Estados Unidos aparentemente decidieron: “Podemos usarlos, pero ciertamente no podemos confiar en ellos”».

Esta historia fue desclasificada en 2002 como resultado del trabajo de The Nazi War Crimes and Japanese Imperial Government Records Interagency Working Group  y contiene 97 documentos clave de varias agencias.     

La publicación se produjo a raíz de las quejas públicas presentadas por los miembros del IWGInteragency Working Group, es decir, el Grupo de Trabajo entre Agencias— de que la CIA no había cumplido plenamente con el mandato de la Ley de Divulgación de Crímenes de Guerra Nazis y continuaba reteniendo cientos de miles de páginas de documentación relacionada con su trabajo. 

(en el punto 15 del Apéndice 2 hay información que aclara la función del IWG; sigue este enlace: https://wordpress.com/post/elabrevaderojm.com/8668)

Según publicó Tamara Feinstein en 2005 en el sitio nsarchive2.gwu.edu, en entrevistas con el New York Times, tres miembros públicos del IWG dijeron:

  1. «Creo que la CIA ha desafiado la ley, y al hacerlo también ha trivializado el Holocausto, y se ha burlado de los sobrevivientes del Holocausto y de los estadounidenses que dieron sus vidas en el esfuerzo por derrotar a los nazis en la Segunda Guerra Mundial».
  2. «Solo puedo decir que la postura que ha tomado la CIA difiere de todas las otras agencias que han estado involucradas, y esa no es una posición que podamos aceptar».
  3. «Demasiado ha sido secreto durante demasiado tiempo. La CIA no ha cumplido con el estatuto».

¿Cuál fue la posición del gobierno, sus agencias y los militares a la reacción de la opinión pública? Y ya que la mencionamos arriba, ¿dónde y cómo quedó la «compañía» con todo esto?

Esta historia de la Historia no ha llegado al final. Sígueme para que no dejes de conocer cosas interesantes que no te van a contar por ahí.

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Publicado por jmhernandezgonzalez

Cubano por nacimiento y corazón. Amigo de quien se lo merece, porque nada comparable con el amor a la familia como la lealtad a un buen amigo. ¿Escritor? Solamente sé que escribir para mí es más que multiplicarme en la inmensidad del tiempo y el espacio dando campanazos de imaginación.

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